Antes de Dibujar Descubre por qué Ignorar el Clima en Arquitectura Es el Error Más Costoso

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An architectural interior of a traditional Andalusian-style home, showcasing passive design principles. The scene features thick, textured stone walls, a bright, naturally lit inner courtyard with lush, drought-resistant plants, and high ceilings that encourage natural ventilation. Visible sustainable materials include reclaimed dark wood beams, terracotta floor tiles, and adobe wall sections, emphasizing a harmonious blend of historical wisdom and environmental consciousness. Sunlight filters gently through large, strategically placed windows, illuminating the tranquil space and highlighting the natural cooling and heating design. Safe for work, appropriate content, fully clothed, professional, high quality, perfect anatomy, correct proportions, natural composition.

Siempre me ha fascinado la arquitectura, pero hoy, más que nunca, siento que nuestra profesión está en una encrucijada vital. Recuerdo que hace apenas unos años, al diseñar, el clima era solo un factor más; ahora es el protagonista de cada conversación, una urgencia que no podemos ignorar.

Personalmente, he visto cómo una ola de calor tras otra transforma nuestras ciudades, haciendo insoportables espacios que antes eran habitables. Es como si el planeta nos gritara, pidiéndonos edificios que no solo sean bonitos, sino que también respiren con él, que se adapten a su furia y su vulnerabilidad.

Esta realidad nos empuja a repensar cada cimiento, cada material, cada orientación. ¿De qué sirve un edificio espectacular si sus ocupantes se cuecen en verano o tiritan en invierno, o si su huella de carbono es una carga insostenible para las generaciones futuras?

He estado siguiendo de cerca las innovaciones, desde fachadas que respiran hasta el uso de materiales locales y reciclados que minimizan el impacto. La tendencia actual hacia la construcción neta cero, la resiliencia ante fenómenos extremos y la integración de tecnologías inteligentes para optimizar el consumo energético ya no son lujos, son una necesidad imperante.

Se trata de diseñar para un futuro incierto, donde nuestros edificios no solo resistan, sino que contribuyan activamente a la salud del planeta, quizás incluso capturando carbono o generando más energía de la que consumen.

Al final, no es solo sobre ladrillos y hormigón; es sobre responsabilidad y empatía con el entorno. ¡Descubramos exactamente cómo hacerlo!

El Abrazo del Diseño Pasivo: Cuando el Edificio Respira Solo

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Recuerdo claramente cómo, al principio de mi carrera, la “orientación solar” era una casilla más que marcar en la lista de requisitos, algo técnico y frío.

Pero, con los años y viendo las consecuencias del cambio climático, mi perspectiva ha cambiado drásticamente. Ahora, la considero la médula espinal de cualquier proyecto.

Es la esencia de un diseño que entiende y se adapta a su entorno sin forzarlo. Pienso en esas casas antiguas de mi pueblo en Andalucía, con sus gruesos muros de piedra que mantenían el frescor en verano y el calor en invierno, o sus patios interiores que creaban microclimas.

¡Esa es la sabiduría que debemos recuperar! Diseñar pasivamente es aprovechar al máximo las fuerzas naturales: la luz del sol para iluminar y calentar, la brisa para ventilar, la tierra para aislar.

No es solo un concepto, es una filosofía que, como he comprobado en varios proyectos, reduce drásticamente la necesidad de sistemas de climatización artificiales.

Es impresionante ver cómo una buena estrategia de ventilación cruzada puede transformar un espacio sofocante en un oasis de frescura, sin gastar un euro en electricidad.

Esto no es solo eficiencia; es diseñar con respeto por el planeta y por quienes habitarán esos espacios.

1. Orientación y Protección Solar: Más que un Ángulo, un Escudo

La ubicación de un edificio y la disposición de sus aberturas son determinantes. He aprendido por experiencia que una fachada orientada al sur sin protección adecuada puede convertir una vivienda en un horno en verano, incluso en regiones templadas.

Por eso, implementar parasoles, voladizos, pérgolas vegetales o sistemas de lamas ajustables es fundamental. Recuerdo un proyecto en la costa mediterránea donde, al principio, el cliente estaba reticente a añadir un voladizo tan pronunciado.

Argumentaba que “estropearía la estética moderna”. Pero insistimos, le mostramos simulaciones de cómo reduciría drásticamente la ganancia de calor en las horas pico del verano.

Al final, accedió, y cuando me llamó dos veranos después, me dijo emocionado que su casa era “el refugio más fresco de la urbanización”, sin apenas usar el aire acondicionado.

Esa es la verdadera victoria: la comodidad lograda a través de la inteligencia del diseño, no de la tecnología invasiva.

2. Ventilación Natural Cruzada y Chimeneas Solares: El Aire en Movimiento

El arte de mover el aire sin ventiladores mecánicos es tan antiguo como la arquitectura misma, pero hoy lo estamos redescubriendo con una urgencia renovada.

Crear aberturas opuestas en diferentes fachadas, o incluso en diferentes alturas, permite que la brisa circule libremente, llevando consigo el calor acumulado.

Las chimeneas solares, por otro lado, aprovechan el efecto pila: el aire caliente asciende y sale por la parte superior, arrastrando aire fresco desde abajo.

Implementar esto en edificios de varias plantas es un desafío, sí, pero los resultados son asombrosos. He visto oficinas donde, en lugar de un ruidoso aire acondicionado, sientes una suave corriente de aire que te mantiene alerta y cómodo.

Es un placer sensorial que no solo ahorra energía, sino que también mejora la calidad de vida de los ocupantes, algo que la tecnología por sí sola a menudo no logra replicar.

Materiales Sostenibles: De la Tierra a tu Edificio, con Conciencia

La elección de materiales es, sin duda, una de las decisiones más críticas en cualquier proyecto. Durante años, la prisa por construir nos llevó a usar lo que era más rápido y barato, sin considerar el impacto a largo plazo.

Pero esa mentalidad está cambiando, y me siento muy orgullosa de ser parte de ese cambio. He pasado horas investigando, tocando, incluso oliendo, distintos materiales para entender no solo su resistencia estructural, sino también su huella ecológica.

No es solo cuestión de si son reciclados o reciclables, sino de su origen, el proceso de fabricación (energía embebida), la distancia que recorren hasta la obra y su capacidad para integrarse de forma armoniosa con el ciclo natural al final de su vida útil.

Elegir materiales sostenibles no es una moda; es una declaración de intenciones, un compromiso con un futuro mejor para todos. Y sí, a veces implica un coste inicial ligeramente superior, pero los beneficios a largo plazo, tanto económicos como ambientales, son incalculables.

Es una inversión, no un gasto.

1. Materiales de Origen Local y Reciclados: Reduciendo la Huella de Carbono

Optar por materiales que se encuentran cerca del lugar de construcción reduce drásticamente las emisiones asociadas al transporte. Esto, en España, significa usar piedra caliza de la zona, maderas de bosques gestionados de forma sostenible, o incluso aprovechar escombros de demolición para convertirlos en áridos reciclados.

Una vez, en un proyecto rural, logramos convencer al cliente de usar la tierra excavada del propio solar para hacer adobes con los que construir muros interiores.

Fue un trabajo artesanal, lento, sí, pero la satisfacción de ver cómo la propia tierra daba forma a las paredes de la casa fue indescriptible. Además, incorporamos vidrio reciclado para algunas particiones y tejas recuperadas de un edificio antiguo que estaba siendo demolido.

Este enfoque no solo es ecológico, sino que también confiere una identidad y un carácter únicos al edificio, anclándolo a su lugar y a su historia.

2. Materiales de Baja Energía Embebida y no Tóxicos: Salud y Bienestar

La energía embebida se refiere a la energía consumida durante la extracción, fabricación, transporte e instalación de un material. Materiales como la madera, la paja o el corcho tienen una energía embebida mucho menor que el acero o el hormigón.

Pero no es solo la energía; también debemos considerar la toxicidad. Respirar aire interior contaminado por compuestos orgánicos volátiles (COVs) de pinturas o adhesivos es un problema de salud pública silencioso.

Mi experiencia me ha demostrado que invertir en materiales naturales y no tóxicos, como pinturas a base de cal, aislamientos de fibra de celulosa o suelos de madera maciza sin tratamientos químicos agresivos, no solo beneficia al medio ambiente, sino que mejora exponencialmente la calidad del aire interior y el bienestar de los ocupantes.

Es una tranquilidad saber que el espacio que diseñas es un lugar saludable para vivir y trabajar.

Material Sostenible Ventajas Climáticas y Ambientales Aplicaciones Comunes en Arquitectura
Madera certificada (FSC/PEFC) Baja energía embebida, sumidero de carbono, renovable, buen aislante térmico. Estructuras, revestimientos, carpinterías, aislamientos (fibras de madera).
Corcho (aglomerado expandido) Excelente aislante térmico y acústico, material natural, renovable, ligero. Aislamiento de fachadas, cubiertas, suelos, muros interiores.
Tierra compactada (Tapial/Adobe) Energía embebida muy baja, regula humedad, inercia térmica alta, local. Muros de carga, tabiques, revestimientos interiores y exteriores.
Ladrillo cerámico de baja cocción Duradero, inercia térmica, mejora rendimiento energético respecto a ladrillos tradicionales. Muros estructurales y divisorios, fachadas ventiladas.
Pinturas y acabados naturales Baja emisión de COVs, transpirables, no tóxicos, biodegradables. Acabados interiores y exteriores, protección de superficies.

Gestión Hídrica Inteligente: El Agua como Aliada en el Diseño

El agua es vida, y en un país como España, donde la escasez hídrica es una preocupación constante en muchas de nuestras regiones, cada gota cuenta. Siempre he sentido una responsabilidad especial al diseñar pensando en el ciclo del agua, no solo en cómo entra en el edificio, sino cómo se utiliza, se recicla y se devuelve al ciclo natural.

He presenciado sequías que han afectado a comunidades enteras, y eso te hace replantearte la importancia de cada sistema de aprovechamiento de aguas pluviales o de reutilización de aguas grises.

Es más que una obligación técnica; es un acto de respeto hacia un recurso finito y hacia las futuras generaciones. Un buen diseño arquitectónico debe ser como una esponja inteligente, capaz de captar, almacenar y gestionar este recurso de manera eficiente.

1. Recolección y Reutilización de Agua de Lluvia: Un Recurso Subestimado

Es increíble la cantidad de agua que cae sobre nuestros tejados y simplemente se va por el desagüe. Implementar sistemas de recolección de agua de lluvia es una de las soluciones más sencillas y efectivas que podemos integrar.

He diseñado varios sistemas de este tipo para viviendas unifamiliares y pequeños complejos residenciales. El agua recolectada se almacena en depósitos subterráneos o elevados y, tras un simple filtrado, puede usarse para el riego de jardines, la descarga de inodoros o incluso para el lavado de coches.

Mis clientes siempre se sorprenden de lo poco que dependen de la red pública para estas actividades no potables una vez que el sistema está en marcha.

Es una sensación de autosuficiencia y de contribución activa a la sostenibilidad que realmente los conecta con su hogar y con el entorno.

2. Reutilización de Aguas Grises y Tratamiento de Aguas Residuales in situ

Las aguas grises son aquellas que provienen de duchas, lavabos y lavadoras, relativamente limpias y fáciles de tratar. Mi experiencia me ha mostrado que, con un sistema de filtrado adecuado (biológico o mecánico), estas aguas pueden reutilizarse para usos no potables, como el riego o las cisternas del inodoro, reduciendo el consumo de agua potable hasta en un 30-40%.

En proyectos más ambiciosos, he explorado la posibilidad de sistemas de tratamiento de aguas residuales in situ, como humedales artificiales o biofiltros, que no solo purifican el agua para su retorno seguro al medio ambiente, sino que también pueden integrarse paisajísticamente, creando espacios verdes funcionales y estéticos.

La idea es cerrar el ciclo del agua en la medida de lo posible, minimizando nuestra huella hídrica y promoviendo la resiliencia en un mundo cada vez más sediento.

Energía Cero y Más Allá: Edificios que Generan su Propia Vitalidad

La transición energética es, sin duda, el mayor desafío y la mayor oportunidad de nuestra era. Personalmente, me he volcado en entender cómo nuestros edificios pueden dejar de ser grandes consumidores de energía y convertirse en generadores netos.

Es una visión ambiciosa, lo sé, pero ya no es ciencia ficción. He estado involucrada en proyectos que buscan el estándar de “edificios de energía neta cero” (Net-Zero Energy Buildings, NZEB), donde la cantidad de energía renovable generada en el sitio es igual o mayor que la energía consumida anualmente.

Esto va mucho más allá de simplemente instalar placas solares; es una integración holística de diseño pasivo, alta eficiencia energética, y generación de energía renovable.

El objetivo final es crear edificios que no solo no contribuyan al cambio climático, sino que sean parte activa de la solución, generando un excedente de energía limpia.

1. Integración de Energías Renovables: El Sol como Nuestro Mejor Aliado

La energía solar fotovoltaica es, por supuesto, la opción más obvia y accesible, especialmente en un país como el nuestro con tantas horas de sol. Pero no es solo cuestión de “poner paneles”.

El reto es integrarlos de manera estética y eficiente. He trabajado en diseños donde los paneles forman parte de la propia fachada (BIPV – Building Integrated Photovoltaics), o donde se combinan con sistemas de sombreado, aportando no solo energía sino también confort térmico y protección solar.

En otros casos, hemos explorado la energía geotérmica para climatización, aprovechando la temperatura constante de la tierra para calentar en invierno y enfriar en verano.

La clave es diversificar y adaptar la solución energética al contexto específico de cada proyecto, buscando siempre la máxima autonomía y el mínimo impacto.

2. Sistemas de Monitorización y Gestión Energética Inteligente: El Cerebro del Edificio

De nada sirve tener un diseño eficiente y fuentes de energía renovables si no gestionamos inteligentemente el consumo. Aquí es donde entra en juego la tecnología.

Mis proyectos más recientes incorporan sistemas de gestión energética (BMS – Building Management Systems) que monitorizan en tiempo real el consumo, la generación y las condiciones ambientales.

Lo he visto con mis propios ojos: cuando los ocupantes tienen acceso a esta información y pueden ver el impacto de sus hábitos, su comportamiento cambia.

Las luces que se apagan solas en habitaciones vacías, la climatización que se ajusta a la ocupación o a la predicción meteorológica, la carga de vehículos eléctricos que se optimiza para los momentos de mayor producción solar…

todo esto suma. Es como si el edificio tuviera su propio “cerebro” que aprende y se adapta para ser lo más eficiente posible, reduciendo costes y emisiones de forma constante.

Repensando el Entorno Urbano: Hacia Ciudades Resilientes y Conectadas

No podemos pensar en edificios aislados del contexto urbano. Nuestras ciudades son los grandes motores y, a la vez, los grandes desafíos de la sostenibilidad.

He sentido en carne propia el calor sofocante del asfalto en verano, la escasez de zonas verdes, la dificultad para moverse sin depender del coche. Esto me ha llevado a dar un paso más allá de la escala del edificio y a pensar en cómo podemos diseñar barrios y ciudades enteras que sean más habitables, resilientes y respetuosas con el medio ambiente.

La arquitectura, en este sentido, tiene una responsabilidad enorme en la planificación urbana, en la creación de espacios públicos que fomenten la interacción y en la integración de la naturaleza en el tejido urbano.

Es un desafío complejo, que requiere la colaboración de muchas disciplinas, pero los resultados pueden ser transformadores.

1. Infraestructura Verde y Azul: Naturaleza en el Corazón de la Ciudad

La “infraestructura verde” —parques, jardines, cubiertas y fachadas vegetales— y la “infraestructura azul” —fuentes, estanques, sistemas de drenaje urbano sostenible (SUDS)— no son meros adornos.

Son elementos cruciales para la resiliencia urbana. He visto cómo un parque bien diseñado puede reducir la temperatura ambiente en varios grados en un barrio denso, mitigar el efecto de “isla de calor urbana” y mejorar la calidad del aire.

Las cubiertas verdes, además de aislar los edificios, retienen el agua de lluvia y crean nuevos hábitats. Los SUDS ayudan a gestionar las inundaciones y a recargar los acuíferos subterráneos.

En un proyecto en Madrid, integramos un sistema de terrazas escalonadas con vegetación autóctona que no solo mejoró el rendimiento térmico del edificio, sino que también creó un espacio de recreo para los vecinos y atrajo biodiversidad.

Ver pájaros e insectos polinizadores en el corazón de la ciudad es una pequeña victoria que me llena de orgullo.

2. Movilidad Sostenible y Espacios Públicos Activos: Conectando a las Personas

Una ciudad sostenible es aquella que prioriza a las personas sobre los vehículos. Mi filosofía de diseño urbano se centra en crear espacios que fomenten caminar, ir en bicicleta y usar el transporte público.

Esto implica diseñar calles más seguras y atractivas para peatones y ciclistas, integrar estaciones de bicicletas eléctricas y patinetes, y garantizar una buena conexión con la red de transporte público.

He trabajado en la reurbanización de plazas donde se eliminaron aparcamientos para crear zonas verdes y áreas de juego, transformando lugares antes inhóspitos en verdaderos “salones urbanos” donde la gente se encuentra, los niños juegan y la vida de barrio florece.

No se trata solo de reducir la contaminación; se trata de construir comunidades más fuertes y saludables, donde la calidad de vida sea la prioridad. La arquitectura y el urbanismo tienen el poder de moldear nuestros comportamientos y nuestras interacciones, y es una responsabilidad que asumo con ilusión.

Tecnología al Servicio de la Sostenibilidad: Innovación con Propósito

Siempre he sido una entusiasta de la tecnología, pero mi entusiasmo se multiplica cuando veo cómo puede aplicarse para resolver los grandes desafíos ambientales de nuestro tiempo.

La arquitectura del futuro no será solo “verde”, será “inteligente”. Esto no significa llenar los edificios de gadgets innecesarios, sino utilizar la innovación de manera estratégica para optimizar el rendimiento, reducir el consumo y mejorar la experiencia del usuario.

Desde sensores que regulan automáticamente la iluminación o la temperatura, hasta gemelos digitales que simulan el comportamiento energético de un edificio antes de su construcción, la tecnología nos ofrece herramientas poderosas para diseñar de forma más precisa y eficiente.

1. Modelado de Información de Construcción (BIM) y Gemelos Digitales: La Precisión al Poder

El BIM (Building Information Modeling) ha revolucionado la forma en que diseñamos y construimos. No es solo un software 3D; es una base de datos inteligente que nos permite integrar toda la información de un proyecto: estructural, energética, de materiales, costes…

Personalmente, he descubierto que BIM es una herramienta invaluable para la sostenibilidad, ya que nos permite simular el rendimiento energético del edificio en diferentes escenarios climáticos, optimizar el uso de materiales y detectar posibles problemas antes de que surjan en la obra.

Más allá del BIM, los “gemelos digitales” llevan esto a un nuevo nivel: son réplicas virtuales en tiempo real de un edificio real, que usan datos de sensores para monitorizar y optimizar su funcionamiento durante toda su vida útil.

Es fascinante ver cómo se puede “probar” un diseño en el mundo virtual antes de construirlo, o cómo un edificio ya existente puede aprender y volverse más eficiente con el tiempo.

2. Materiales Inteligentes y Sensores Adaptativos: Edificios que Reaccionan

La ciencia de los materiales está avanzando a pasos agigantados. Hoy en día, existen materiales capaces de reaccionar a su entorno. Pienso en vidrios que cambian de opacidad para controlar la entrada de luz y calor (vidrios electrocrómicos), fachadas que “respiran” y se adaptan a la temperatura exterior, o pavimentos urbanos que absorben la contaminación.

He tenido la oportunidad de trabajar con algunos de estos materiales avanzados y la sensación es que el edificio cobra vida, que se convierte en un organismo sensible a su entorno.

Combinado con redes de sensores que monitorizan la calidad del aire, la ocupación, la temperatura y la humedad, podemos crear edificios que no solo se adaptan automáticamente para maximizar el confort y minimizar el consumo, sino que incluso aprenden de nuestros patrones de uso.

Es el futuro de la arquitectura, donde cada elemento trabaja en sinergia para crear un espacio verdaderamente optimizado y consciente.

Mi Visión Personal: Hacia una Arquitectura con Alma y Conciencia Climática

Después de años dedicada a esta profesión, siento que estamos en un punto de inflexión. Ya no es suficiente con diseñar edificios estéticos o funcionales; la urgencia climática nos obliga a ir más allá.

La arquitectura, para mí, ha dejado de ser solo una disciplina técnica para convertirse en una herramienta poderosa para el cambio social y ambiental.

He invertido mi tiempo y mi pasión en entender cómo podemos construir un futuro donde nuestros espacios no solo nos protejan del clima, sino que trabajen en armonía con él.

1. La Empatía como Brújula del Diseño: Pensar en el Planeta y las Personas

Si hay algo que he aprendido en cada uno de mis proyectos, es que la clave está en la empatía. Empatía con el planeta, entendiendo sus ciclos y límites.

Y empatía con las personas, diseñando para su bienestar y confort a largo plazo. No se trata de imponer soluciones, sino de cocrear espacios que resuenen con quienes los habitarán y con el lugar donde se asientan.

Cuando veo una familia disfrutar de un espacio fresco y luminoso que apenas consume energía, o una comunidad revitalizada por un nuevo parque urbano, siento que todo el esfuerzo vale la pena.

Esa conexión emocional con el resultado es lo que me impulsa cada día a seguir buscando nuevas formas de construir mejor.

2. El Compromiso Constante con la Innovación y la Educación

Este camino hacia una arquitectura más sostenible es dinámico y exige un aprendizaje constante. Las tecnologías evolucionan, las normativas cambian, y nuestra comprensión del clima se profundiza.

Siempre he creído que como arquitectos tenemos la responsabilidad de estar a la vanguardia, de experimentar, de equivocarnos y de volver a intentarlo.

Pero también tenemos la responsabilidad de educar, de compartir nuestros conocimientos con clientes, con estudiantes y con el público en general. Porque al final, la sostenibilidad no es solo una tarea del arquitecto, sino un compromiso colectivo.

Mi sueño es ver ciudades enteras transformadas por esta visión, donde cada edificio, cada calle, cada espacio verde, sea un testimonio de nuestra capacidad para vivir en equilibrio con el planeta.

Es un viaje apasionante, y me siento agradecida de poder recorrerlo.

Para concluir

Después de haber recorrido este apasionante viaje por la arquitectura sostenible, siento una profunda convicción: el futuro de nuestros edificios y ciudades reside en su capacidad para dialogar con el entorno, para ser aliados del planeta y no una carga para él.

Cada proyecto es una oportunidad para innovar, para aprender y, sobre todo, para generar un impacto positivo. Es un camino que exige compromiso, creatividad y la voluntad de ir más allá de lo establecido.

Me llena de orgullo ser parte de esta transformación y ver cómo cada día más personas y profesionales se suman a esta visión de construir con conciencia y alma.

Juntos, podemos edificar un mañana más verde y resiliente.

Información útil

1. En España, el estándar Passivhaus está ganando cada vez más terreno, promoviendo edificios de muy bajo consumo energético. Buscar profesionales certificados en este estándar puede ser un excelente punto de partida para tu proyecto.

2. Si estás pensando en mejorar la eficiencia energética de tu hogar actual, considera una auditoría energética. Esto te dará un diagnóstico preciso y recomendaciones personalizadas para optimizar el aislamiento, la ventilación o la instalación de energías renovables.

3. Explora el uso de materiales tradicionales y locales en tu región. Por ejemplo, en Andalucía la cal es un material ancestral y sostenible con excelentes propiedades transpirables y antibacterianas para acabados.

4. Ciudades como Vitoria-Gasteiz, reconocida como Capital Verde Europea, o Barcelona con su enfoque en los “supermanzanas”, ofrecen ejemplos inspiradores de cómo la planificación urbana sostenible puede transformar la vida de sus ciudadanos.

5. Mantente informado sobre las ayudas y subvenciones para la rehabilitación energética de edificios en tu comunidad autónoma, como los fondos Next Generation EU que están impulsando la sostenibilidad en el sector de la construcción en España.

Puntos clave

La arquitectura sostenible se basa en un enfoque holístico que integra el diseño pasivo (orientación, ventilación natural), la selección consciente de materiales locales y de baja energía embebida, una gestión hídrica inteligente (recolección y reutilización de agua), la autosuficiencia energética mediante energías renovables y sistemas de monitorización, y una planificación urbana que prioriza la infraestructura verde, la movilidad sostenible y los espacios públicos activos.

La tecnología, como el BIM y los materiales inteligentes, actúa como una herramienta fundamental para optimizar estos procesos. Todo ello se impulsa con la empatía hacia el planeta y las personas, y un compromiso constante con la innovación y la educación.

Preguntas Frecuentes (FAQ) 📖

P: Ante esta urgencia climática que mencionas, si estoy empezando un nuevo proyecto ahora mismo, ¿cuál dirías que es el primer paso práctico e innegociable que debo dar para asegurar que el diseño respire con el planeta desde el principio?

R: ¡Uf, esa pregunta me llega al alma! Lo he vivido en carne propia: antes de dibujar una sola línea, lo primero que hago —y lo que creo que todo colega debería hacer— es una inmersión profunda en el sitio.
Y no me refiero solo a los límites del terreno o la normativa. Hablo de entender cómo el sol incide en cada fachada a lo largo del día y del año, de dónde viene el viento dominante, cómo se comporta la humedad en esa zona específica, incluso qué materiales se han usado tradicionalmente allí y por qué.
Recuerdo un proyecto en Andalucía, donde las olas de calor son brutales; al principio pensamos en soluciones muy tecnológicas, pero al final, fue entender la orientación y reinterpretar los patios interiores tradicionales lo que marcó la diferencia.
Es como escuchar lo que el terreno te pide. Si no entiendes el “pulso” del lugar, cualquier otra solución será un parche. Para mí, es el cimiento de todo diseño verdaderamente sostenible.

P: Hablando de innovaciones y materiales, que tanto prometen un futuro más verde, ¿cuáles son esas tecnologías o materiales específicos que te han sorprendido más últimamente, y que crees que realmente están marcando una diferencia tangible hacia la construcción neta cero o la resiliencia extrema?

R: ¡Ah, ese es un campo que me tiene obsesionado! Más allá de lo obvio, como las placas solares, me he quedado maravillado con la evolución de las fachadas dinámicas y los sistemas de ventilación natural inteligente.
No es solo poner una ventana; es que el edificio “respire” de forma autónoma, abriendo o cerrando lamas, ajustando la entrada de aire según la temperatura exterior, casi como un organismo vivo.
He visto ejemplos donde la reducción del consumo energético es brutal, y la comodidad interior, una maravilla. Y en cuanto a materiales, si bien la madera contralaminada (CLT) me parece una revolución por su capacidad de almacenar carbono, mi verdadera fascinación va por los materiales bio-basados y los de construcción circular.
Esos que vienen de residuos, o que pueden volver a la tierra sin dejar rastro. Hay un proyecto en Valencia que utiliza un hormigón con áridos reciclados de escombros de la propia ciudad, y es un círculo virtuoso que me emociona.
No son solo soluciones técnicas, son declaraciones de intenciones.

P: Finalmente, y más allá de las herramientas o los materiales, lo que siento que es crucial es un cambio de perspectiva. ¿Cuál crees que es el mayor ajuste mental o filosófico que un arquitecto debe hacer hoy para abrazar plenamente esta nueva era de responsabilidad y empatía con el entorno, dejando atrás quizás viejas costumbres?

R: ¡Esta es la pregunta clave! Porque sí, las herramientas son importantes, pero si la cabeza no cambia, estamos perdidos. Para mí, el cambio más profundo es dejar de ver el edificio como una obra de arte estática, un “monumento a nuestro ego”, y empezar a concebirlo como un organismo vivo, interconectado con su ecosistema, tanto natural como social.
Antes, quizás pensábamos: “¿Cómo hago este edificio más bonito o más icónico?”. Ahora, la pregunta tiene que ser: “¿Cómo hago que este edificio contribuya a la salud de las personas y del planeta, y que lo haga durante décadas, incluso siglos?”.
Implica una humildad brutal, aceptar que no controlamos todo, que debemos colaborar más con biólogos, climatólogos, incluso sociólogos. Es pasar de ser “diseñadores de formas” a ser “cuidadores de entornos”.
Siento que es una responsabilidad moral que va mucho más allá de lo técnico; es una empatía con las generaciones futuras y con la Tierra misma. Es un cambio que te cala hasta los huesos.